Cuando los inmigrantes indoeuropeos llegan a Italia entran en contacto con otros pueblos establecidos en la península. Los contactos de estos pueblos entre sí y con los pobladores autóctonos dan como resultado un intercambio de influencias culturales y lingüísticas que van moldeando las distintas lenguas.
Esta diversidad de pueblos y lenguas, con el transcurso de los años, deja de existir para dar paso a la unidad política y lingüística. En la región del Lacio, próxima a la desembocadura del Tíber, una pequeña aldea llamada Roma conseguirá imponer su dominio y, con ello, sus costumbres y su lengua al resto de los pueblos itálicos.
De la lengua de Roma en los tiempos primitivos conservamos tan sólo algunos documentos escritos de carácter no literario. Se trata fundamentalmente de documentos oficiales, cantos rituales y litúrgicos, y textos de alabanza de familias nobles. A medida que el poder de Roma se va extendiendo, el latín se depura y perfecciona. Las victorias de Roma requieren la inmortalidad literaria. Los modelos están a la vista: Grecia, que ya forma parte del Imperio Romano, marcará los cánones.
Al tiempo que se consolida el latín como instrumento adecuado para la expresión literaria, se inicia un proceso de distanciamiento entre este latín literario y culto y la lengua hablada por el pueblo (latín vulgar). El conocimiento del latín culto no plantea problemas, ya que poseemos documentos escritos. En cambio, apenas se conservan testimonios escritos en latín vulgar. Este latín vulgar fue el que exportaron los soldados, mercaderes y funcionarios romanos a las provincias del Imperio; se mantuvo bastante uniforme durante la época imperial, pero, con las invasiones bárbaras (siglo V d. C.), las diferencias se fueron acentuando hasta dar lugar a las lenguas romances.
Friday, October 18, 2019
Gramática Latina
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